El rey negro se encontraba acorralado. La partida había sido cruel. Recién iniciada la confrontación un error táctico le supuso la pérdida
del peón de rey. La reina negra, bella sin par, tuvo que sacrificarse para salvar al monarca. Mi fiel peón entregó su vida a cambio de la reina de ébano.
En ese momento ambos comprendimos que la victoria
se decantaría de mi lado, salvo que yo cometiera algún grave error, o el rey negro, en un
alarde de estrategia, dispusiera sus fichas de modo que le permitiera la
defensa de sus posiciones sin perder muchos efectivos.
Sus ojos, al cruzarse con los míos, delataron su
miedo, pues con toda seguridad, ello iba a suponer la derrota de
los súbditos que ciegamente habían confiado en él.
El rey negro reunió a sus fieles: se rendiría y me solicitaría que fuera clemente
con los peones, tan aguerridos, con los caballos, las torres, los
alfiles. Pero sus vasallos no quisieron deponer las armas: antes la muerte que la deshonra.
La batalla resultó cruenta.
La peor parte se la llevó el ejército de negras que fue perdiendo todos
sus efectivos y, con ello, el terreno. Se fue replegando, dejando abandonado a
algunos peones aislados que fueron apresados por mi ejército. Sus oficiales y
nobles también perecieron. Algunos se llevaron antes de morir alguna de mis
piezas.
"Ya no puedo claudicar. La reina muerta me
obliga a luchar hasta el final. Los caballeros me instaron a que defendiéramos
nuestro honor y ahora el recuerdo de los que han perdido la vida y el respeto
que les debo me exigen continuar con esta inútil masacre.
Pero ¿y los que aún viven? ¿por qué he de
sacrificarlos también a ellos? Sus mujeres y sus hijos esperan el
regreso del guerrero. ¿Es que el honor y el ansia de justicia (o venganza) se deben imponer
a la lógica que me ordena rendirme? Si los dioses se han decantado por las blancas, ¿qué puedo hacer yo?
Mis fieles desean seguir luchando y yo no puedo
oponerme. Ya todo ha concluido. Moriremos como héroes, seguramente la más estúpida de las muertes".
Enfrente, el rey de blancas meditaba:
"No piense nadie que me alegro de que la
batalla esté tan decidida. Me complace enormemente que mis piezas apenas hayan
tenido bajas. Pero me causa gran pesar ver cómo esos valientes entregan sus
vidas sin posibilidad alguna de vencer. Y ese rey de negras que no se rinde.
Podría evitar una matanza.
Y yo no puedo solicitar a mis leales que se retiren
ahora que la suerte y los dioses nos han favorecido".
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